miércoles, 27 de noviembre de 2013

Still Walking (Caminando) - 2008

He de reconocer que tenía muy altas expectativas puesta en esta película, del director Hirokazu Kore-eda, y quizá sea por eso por lo que me he llevado un pequeño fiasco al ver esta película, aunque también es cierto que me dejó sosegado. Podría decir que esta es una película para ver en momentos puntuales y muy tranquilos, dado que tiene una acción prácticamente nula y es muy muy lenta. Yo, acostumbrado a nadar entre las tranquilas películas japonesas me he visto ante esta cinta impotente en algunos momentos.

La película es una oda a la vida. Nos invita a meternos en una familia japonesa; en lo que sienten, piensan, viven, todo ello enmarcado en el día en que toda la familia se junta en casa de los abuelos para conmemorar el fallecimiento de su primer hijo. El filme avanza desde la mañana en la que llegan los hijos y los nietos a casa de los abuelos hasta que se marchan al día siguiente viendo con todo detalle su vida durante ese día.
El guión es sólido, los planos no son malos, y la música aunque a veces se echa en falta no es imprescindible, pero creo que tendría que haber un mayor movimiento.

Aun así es una cinta perfecta para comprender la vida en el Japón rural, la vida normal de la gente japonesa; con sus vicios, sus virtudes, sus tradiciones,sus supersticiones, su espiritualidad y muchas otras cosas más, y es en este aspecto donde el director acierta de pleno, ya que nos muestra a una familia normal con problemas, como los de todo el mundo.
El final es ciertamente desconcertante y muestra el poder del perdón y del arrepentimiento que se va manifestando durante toda la película. La abuela no perdona al chico al que su hijo salvó la vida, aunque él muriera, y lo culpa de ello. El abuelo no perdona que su hijo mediano esté con una viuda con un niño y el hijo, aunque quiere perdonar, nunca tiene el arrojo para disculparse por haberse portado mal con su familia. Al final se muestra que la falta de perdón lleva al dolor cuando aquellas personas a las que quieres perdonar ya no están. Ese es el mensaje claro de la película. No se puede vivir con rencor, porque este te acompañará siempre.

Si me preguntan si volveré a ver esta película más adelante diré que si, porque creo que se puede  sacar mucho más jugo de esta obra si se mira como el director quiere enseñárnosla; es decir, pausadamente.


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