martes, 12 de noviembre de 2013

La Colina De Las Amapolas (2011)

Ghibli es un estudio mágico. Yo, antiguo consumidor habitual de las películas de Disney, he aprendido dos cosas importantes con este estudio que conocí (desgraciada o afortunadamente, según se mire) ya en el final de mi adolescencia estricta, dado que creo que la adolescencia real ya no me se va a quitar en el resto de mi vida. La primera es que el Studio Ghibli me ha hecho ver que las películas de animación no tienen que ser solo para niños y que pueden contener mensajes vitales e incluso filosóficos y morales para quienes solo con el aprendizaje y la edad van pudiendo descubrirlas. La segunda es que cada película de este estudio es mágica.
La verdad es que cuando la sacaron en los cines de Japón estuve unos meses esperando a que se produjera la noticia de la pronta venida del filme a los cines de España, pero menos mal que no esperé mucho, ya que si hubiera seguido esperando aún, en 2013, no habría visto la película, así que me dispuse a verla en versión original con subtítulos.
El filme está dirigido por el hijo del genio Hayao Miyazaki, Goro, que hacía ya unos 5 años había sacado su primera película, "Cuentos de Terramar", ya cual no estuvo mal pero no fue bien acogida por la crítica y por los espectadores en general. La verdad es que la crítica fue muy dura con él debido a que es hijo de quien es. Así, esta película prometía ser un todo o nada para Goro, ya que no podía repetir su anterior trabajo porque significaría su destierro del mundo de Ghibli por los espectadores. Sin embargo supo aguantar la presión y con ayuda en producción de su padre terminó esta cinta que para mí ha supuesto un antes y un después en su corta trayectoria, algo refrendado por los enormes ingresos de la película en los cines japoneses, uno de los más altos de los últimos años.
Goro Miyazaki
El director ha creado una película muy sólida con una trama pequeña pero a la que consigue sacar casi todo su jugo, tornándose una película que si bien no es una de las grandes del estudio es una de las pequeñas perlas que se nos ofrece. Tiene grandes destellos de calidad, sobretodo en el dibujo y en los pequeños detalles, como ahora veremos.
Si algo se puede observar desde el minuto uno en una película japonesa de animación, y más aún en Ghibli, es su increíble realismo en todos los fondos de la película, algo que queda aún más patente cuando se ven las composiciones de paisajes naturales en los que se siente una cierta melancolía y ganas de correr y vivir allí. Hay que señalar la brutal diferencia entre estos paisajes de fondo y estructuras inmóviles con los personajes, los cuales son a grandes rasgos muy parecidos, tanto varones como mujeres. Muchas veces en la cultura japonesa se prima por encima de todo los rasgos internos de la persona como elemento diferenciador. Por eso en planos con mucha gente apenas veremos en ciertas ocasiones quien es el protagonista a menos que vaya bien caracterizado. Sin embargo este se distinguirá por sus actos tanto del personaje hacia dentro como hacia fuera. Hayao Miyazaki ya hizo una película basada en este hecho tan típico japonés como es la poca importancia del físico del personaje con su filme "Porco Rosso" en el que el protagonista era un cerdo aviador que había sido hechizado en un mundo de hombres o y también en su cinta "El Castillo ambulante", pero mejor dejar estos temas para otras entradas.
Con los primeros tres minutos de película el espectador se da cuenta de lo que va a ver. Una película costumbrista enmarcada en un Japón que prepara los JJOO de Tokio 64 donde cada plano da un cierto sabor a tranquilidad y a melancolía en el que yo personalmente me traslado a los días tranquilos de un pequeño pueblo. Es una película que si bien peca un poco a veces de cierto melodramatismo (Como uno de los protagonistas expresará) no carga, ya que la historia es bastante lineal y simple. Es en principio un manga para chicas, lo que motiva por otra parte esta carga melodramática, ya que está dirigida a un público más femenino que masculino.
La película es de final tranquilo y alegre y deja con muy buen sabor de boca. Tiene pequeñas dosis de humor y momentos de tristeza, y muestra a un Japón reconstruyéndose después del drama de la segunda guerra mundial; un episodio que hoy en Japón genera mucho dolor a pesar del tiempo, ya que mucha de su cultura, sus ciudades y su gente perecieron, con lo que la reconstrucción representa para ellos el renacer de su imperio y de su honor, que es un valor que hoy sigue estando muy arraigado en Japón. La rebelión para proteger el club de estudiantes actúa como representante de esa corriente que quiere defender a toda costa lo antiguo y adaptarlo a los tiempos frente a lo nuevo que quiere barrer con cualquier rastro de historia pasada y que en Japón fue brutal tras la guerra mundial.
Los personajes tienen cada uno sus problemas enmarcados en una rutina que deja fluir la historia, sin darle demasiada rapidez a una historia que no lo necesita. Las banderas que la protagonista sube cada mañana en recuerdo y espera a su padre fallecido mostrarán también lo que es el fondo de la historia, una serie de acontecimientos, que si bien son lentos, pueden cambiar la historia de un lado a otro, según el día, según el momento.
Además de los aspectos a los que he hecho referencia hay que hablar de la gran banda sonora compuesta para esta película, en su mayoría original de Satoshi Takebe y Aoi Teshima, quien con su música da un aspecto mucho más costumbrista a la cinta, ya que el piano es omnipresente y los temas recuerdan a esas canciones de los años 30 europeas que tanto gustan. Por un lado es una pena que no haya una canción típica de la cinta que recordar, aunque por otro lado quizá podemos pensar que hay varias.
Pese a tener momentos de tristeza la emoción se dará en los momentos felices. En definitiva esta es una película alegre y que acabará plasmando una pequeña sonrisa en quien la vea. Totalmente recomendable para ver y saborear cada uno de sus fotogramas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario