martes, 7 de enero de 2014

La princesa Mononoke (1998)

La primera película japonesa que vi fue esta, y la verdad es que ella sería años más tarde la que me haría introducirme en el cine japonés. Pocas veces he visto tantas veces una cinta como esta, quizá porque me evoque momentos de mi infancia, pero también por la gran calidad e increíble diseño de esta.
La obra que hoy os presento está dirigida por maestro Miyazaki, de la que también fue productor y guionista. Toda ella desprende un perfume nostálgico acompasado por las melodías de Joe hisaishi, que hace en esta película uno de sus mejores trabajos como compositor.

La princesa Mononoke es un canto a la naturaleza que se rebela contra la industrialización, contra la destrucción de su propio ser.  Nos hace ver que el ser humano puede ser a veces destructivo, y que debe compenetrarse con la naturaleza para ser óptimo. Miyazaki plasma en esta obra su interés y su preocupación por la naturaleza, algo que le venía desde joven. No solo habla del peligro que se cierne sobre la naturaleza, si no que habla de la propia codicia del ser humano, que prefiere destruir todo lo que existe solo para poder ganar más. A pesar de todo ello en esta cinta no se encuentran buenos o malos, solo animales u hombres que por unas circunstancias u otras han caído en una maldad de la que se pueden recuperar.
También el machismo que impera para el autor es un tema muy recurrente, con lo que coge el asunto y le da la vuelta en el filme. También se ve como el motor de la sociedad ya no es el campesinado, que parece quedar ya atrasado, si no la industria y el proletariado. Muchos de los temas que se expresan en la película tienen que ver, claro, con la orientación marxista que tuvo el director hasta hace poco tiempo. 
El protagonista, infectado por una enfermedad que le transmite un jabalí maldito por la ira que le causa la destrucción de su hogar, deberá partir hacia el oeste en busca de una respuesta al por qué de ese dolor, de ese odio.
Encontrará por el camino a una mujer que, criada por los lobos, defiende a capa y espada el bosque de la industrialización.
Con estos ingredientes se desarrollará la película, cargada de acción e incluso un amor que se antojará imposible, un amor que afianzará al protagonista en su lucha por salvar el bosque y la naturaleza en si. Mientras, en la ciudad industrial la líder de la ciudad se prepara para dar caza al dios del bosque, que representa el alma del mundo, la naturaleza en si.

En definitiva esta película transmite muchísimas sensaciones dejando muy buen sabor de boca, ya que es una película completa, cuidada, limpia y exigente. Un maravilla del cine de todos los tiempos.